Acuarela podrida
- Cata Basilio
- 30 oct 2019
- 2 Min. de lectura
Hace mucho que no escribo, creo que tuve una temporada de desconexión conmigo misma. Duró poco, 24 hs multiplicadas por varios días que incluso podrían convertirse en uno o dos meses. Tuve un problema de tonalidades que me costó e incluso cuesta resolver. Ahí te va.
Te cuento, me quedé sin acuarelas y el marco blanco se quedo ahí, esperando por mi. Se secaron los colores y el agua que le tiro arriba solo los vuelve más acuosos y transparentes. Ya no me sirven. No me sirven los colores de antes, no me gustan como se ven en mi. En mi cuadro, digo.
Siento que ya no me representan, no me dicen nada, nada de lo que era cuando fui con vos. Incluso creo que la humedad seguida por la sequía del color vino de vos. Yo me creía Picasso y vos solo estabas de paso. Después entendí que nunca habías tenido clases de arte o que sí tuviste, seguro te estabas rateando o repitiendo de año. Qué poco círculo cromático tuviste, ni hablar del ejercicio de perspectivas, solo vos, en primer plano y primera dimensión. Si supieras de terceros planos y terceras dimensiones te hubieses vuelto más imprediscible y de por si más sensible. No lo digo solo porque rime, es solo que el arte dice mucha verdad.
Volviendo al tema de la libre expresión y la contemporaneidad de las materias que nunca viviste, yo estaba creando mi obra maestra, la cual fue interrumpida a falta de stock de materiales. Las herramientas que antes me servían ahora me trasnmiten sensación de musgo, viejo, añejado.
Será que el rojo que tengo adentro se fue acuando hasta volverse marrón, eso que pasa cuando mezclas muchos colores a la vez, en un esfuerzo sobrehumano de encontrar el color perfecto, simplemente la terminas cagando.
Y a mi, me re cagaron. Me vendieron los colores con fecha de vencimiento sin que me diera cuenta. Claro que cuando lo descubrí, ya habían vencido hace rato, es por eso que mi cuadro se ve tan feo.
Lo rompí a pedazos, destrocé el atril con fuerzas que no sabía qué tenía (el entrenamiento de hace meses está dando frutos al parecer) y me fui a tomar aire, a respirar, a mancharme con el color del barro, del agua estancada, de la mismísima caca de perro. Porque no voy a negarte que así me sentía cuando entendí lo caca que me habían vendido, pura caca. ¿Por qué nos parece tan rara esta palabra, son simplemente un C con A en forma de capicúa? Es más, mientras más la digo menos me choca. Será que todos tenemos que volvernos Caca en algún momento para cansarnos del marrón y volver al blanco que te invita a llenarlo de colores otra vez.
Bendito sea mi bolsillo, que hoy tengo para comprar acrílicos, dicen que no tienen fecha de caducidad y que si las tienen, al menos te las comunican en el packaging. Maldita comercialización y marketing de los sentimientos. Que te venden gato por liebre y después no saben ni decir chau.

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