top of page

De mis antimundos: “Jugando a las escondidas”

  • Foto del escritor: Cata Basilio
    Cata Basilio
  • 4 may 2020
  • 5 Min. de lectura

Voy a contar como empezó el juego, se acuerdan el famoso... Reloj, reloj.. ¿con qué dedito te toco yo? Un valiente o “líder” de la manada se pone en la espalda del jugador que le toca buscar y le toca la espalda con un dedo, lo más liviano posible El buscador se da vuelta e intenta descubrir que dedo es... Este.. No (sumás 10 segundos al contador) Este...? No (20 segundos) Con Este...? Tampoco (vas 1 día contando) Este...? No (7 días) El valiente sale corriendo a esconderse y el contador empieza su labor en voz alta. Así empezó el juego, me tocó ser la valiente y le hice el truco en la espalda a la perfección. Me lo enseñó mi prima más grande cuando teníamos 5/6 años y al ser una docena de competidores en mi familia, uno tenía que aprender a jugar bien si o si, o te la pasabas contando. Bueno ahora este juego se volvió viral, digo...real y quien lleva contando hace rato es un virus que le pusieron un nombre tan grato que no se lo merece. Cuenta, hasta 10 cuando está apurado y te quiere encontrar o hasta 100 cuando siente que los jugadores se lo toman en serio y se dedican a encontrar el mejor lugar. Empiezo a recitar mis oraciones jugando a las escondidas El rey con su coronaarranca el juego diciendo YAA! Nos sale a buscar y en la quinta... hay un enorme pastizal para jugar, que luego se convierte en un bosque con millones de árboles para esconderse detrás. Y ese bosque se convierte en otro bosque pero ahora tiene fronteras, que limitan con otro lugar. Ya no somos 12 primos, ahora somos toda una ciudad, es más somos como casi todo el planeta jugando al mismo tiempo. Qué nervios, el rey tiene mucho para encontrar y nosotros... ¿Nosotros? ¿Qué hacemos mientras él nos está buscando? Yo creo que ha clonado su ADN enviando campos de batallas enteros para arrasar con nosotros, los escondidos (el no lo sabe, pero somos un ejército mucho mayor). Me escondí con Vicki unos días, encontramos el escondite perfecto porque tenía luz de día y a la noche se podían ver las estrellas mientras nos contábamos historias de terror (¿por qué uno se empecina en consumir contenidos negativos mientras lo están buscando, no? -bendito morbo social-) Nos quedábamos dormidas con medio ojo abierto, en turnos, para descansar más. Una noche en mi turno, vi como frente a mi rincón de escondite, dos almas separadas se miraban y se invitaban a salir. Él arranco con el silbido y pensé, ¿habrá querido mutarse

con el de un animal para engañar al rey?, no lo sé, dicen que a los animales no les hace nada... que hasta los libera un poco más con nosotros acá escondidos. En fin, con todo su impulso seductor que venía construyendo hacía ya unas largas horas, larga su silbido y espera la respuesta de su objetivo... digo, de la mujer sentada chinito con los codos en sus rodillas y sus manos rodeando su facciones que expresan un aburrimiento inalcanzable. Ella escucha, lo mira de reojo y se ríe. Se ve que le gustó el sonido animal y le devuelve una sonrisa. Y pienso, esto no podría hacerse por Whatsapp. Hace días que hablo con un jugador escondido pero no le veo la cara, solo escucho su voz por audios que comen datos y no así, planes de citas a concretar. Ahí pienso... como me gustaría tener un jugador cerca como el del silbido de animal con su chinita oriental a unos pasos. Me dedicaría gran parte del día a silbar y reírme, y silbar y reírme. ¿Con qué facilidad convertimos algo tan simple en gigante cuando nos sentimos solos o encerrados o escondidos no? Todo se convierte y como dice mi querido Drexler todo, absolutamente todo se transforma. Así, como me estoy trasnformando yo mientras pasan los días, acá en mi escondite. Estoy bien acá, pero extraño el jardín de mi casa de Junín, los mates con mi papá, abrazar a mi hermana y quedarnos dormidas, a mi perra encima, las charlas con mi mamá acostadas en su cama y cantar canciones con mis hermanos. ¿Será que pueda correr rápido, así sin respirar, conteniendo con fuerza el inhalar y exhalar, sin que me vea el Rey? Podría intentarlo, pero por el momento... dicen que anda cerca y nuestro escondite queda en la metrópolis del planeta que es este bosque, por lo que hay que esperar. A la noche rezo canciones eternas para quedarme dormida. Le arranco unos gramos de Valeriana a la naturaleza y me acuesto, inhalando y exhalando hasta que el sueño se apodera de mi de pies a cabeza y empieza su vuelo por los sueños, que, déjenme contarles, son más familiares de la pesadilla que del paraíso. Me propuse una tarea y los escribí por una semana, resumiéndolos en una oración y en un Universo. Acá van: 1. Quien rompe la cuarentena, lo devora una ballena. Universo: el mar infinito y sus gigantes invisibles. 2. Una guerra donde nos disparan de espaldas, si no sos de la clase alta, empezó a correr. O nos separamos o corremos juntos. Universo: Noche - Juegos del Hambre 3. Mi abuela tiene puesto su vestido de 15 y yo tomo sol en un día nublado con la casa inundada. Universo: Incierto - nubes, gris, agua. 4. Necesito volver a mi casa, no hay taxis ni bomberos. Universo: atrapados sin salida. 5. Quiero que la gente que me importa me vea, pero soy invisible. Universo: No me ven, pero estoy ahí.

6. Hay rayos en el cielo y el mar es radiactivo, viajo en un avión que se convierte en ambulancia y yo estoy adelante. Universo: que carajo. 7. Me veo en la casa de ese creador de audios que un poco me gusta pero llevo a mis hermanitos y amigas a dormir. Se pone caretas para seducir y quiero salir corriendo de ahí. Universo: El amor es careta. 8. Gran escape del hospital de clínicas, con un desembarco en una fábrica de superheroínas. Universo: Marvel reloaded. 8. Mi mamá está embarazadísima. Le canto al bebe, que se empieza a mover y bailar y ella se convierte en Jennifer López. Universo: Ain ́t your mama. Esto no tiene sentido Cata, agarra un sueño y hacelo tuyo. Es decir, volvelo realidad. Si pudieras elegir uno de esos 9 para volver a casa, ¿cuál sería tu mejor opción.. digamos, tu PLAN A? Yo elegí el mar radiactivo y el avión que se convierte en ambulancia “casi” piloteado por mi. Y me vi volviendo, entre ballenas que devoraban a quienes rompían cuarentenas, madres embarazadas bailando dentro de sus casas y al llegar a casa me vi prendida al timbre, con la lista de canciones, los juegos y la comida con la que venía soñando. Claro que de la ambulancia (De la cual tengo fotos) me fui a esconder otra vez. El rey nos sigue buscando, yo ya no sé que pensar de cuando va a terminarse esta mano que dicen, viene para rato.


FIN Cata Basilio

 
 
 

Comments


bottom of page